Nos situamos en el año 1998 y reemprendemos el curso de nuestra historia. Ya se ha publicado normativa sobre los Servicios de Prevención, equipos, lugares, señalización, sustancias y contaminantes químicos, seguridad, ergonomía, formación del prevencionistas y tal avalancha bloquea de forma significativa la acción preventiva.
En el mercado de la prevención en España operan los agentes que el propio legislador ha introducido en el campo de juego; la inspección de trabajo y las mútuas de accidentes, los primeros sin conocimientos ni experiencia en estas lides, los segundos acostumbrados a pedir disculpas por proponer acciones de mejora. Algunos expertos, eso sí, forjados a si mismos en emcpresas de alto riesgo y/o multinacionales con objetivos y programas preventivos avanzados. Y poco más.
¿Y las empresas?
Os pondré un ejemplo propio. Cuando en septiembre de 1998 en la mútua que comenzé mi andadura profesional nos consiguieron convencer que los propios técnico teníamos que presentar la propuesta de Servicio de Prevención para su aprobación, hicimos la ofertas, las imprimimos, las encuadernamos y comenzamos la romería. Indescriptible. Evitaré recordar las expresiones disonantes, rostros de estupefacción e incredulidad, quejas y argumentaciones que durante aquella quincena de septiembre nos cayó al compás de la lluvia propia de la temporada. Los que sobrevivimos aquella experiencia entendimos que todo estaba por hacer, que hasta entonces la prevención que ahora se trataba imponer con calzador no había calado sino en una pequeña proporción de empresas y que pasarían años, décadas en algunos casos, hasta que la prevención se integrara de forma eficaz.
Trascurrían los idus de marzo de 1999 y seis meses después del primer avatar preventivo poco mejoraba, se documentaba todo y no se hacía prácticamente nada. Habíamos diseñado e implantado un sistema de evaluación de riesgos general, específica e incorporando aspectdos de seguridad, higiene y ergonomía, habíamos diseñado y ejecutado accciones informativas y formativas, habíamos diseñado medidas básicas de emergencia y coordinación de actividades y en la mayoría de nuestros clientes, no habíamos conseguido ponerlas en práctica.
En estas circunstancias el prevencionista en apuros encontró una solución particular a la situación, había conseguido convencer a la mútua de la bondad de implantar y certificar un sistema de gestión de la calidad de acuerdo a la entonces vigente norma ISO 9001:1997. Y así ocurrió. Pero eso estimados "bloggers" es harina de otro costal.
Salu2
